Enrique Peña Nieto

Lo que pudo haber evitado Peña Nieto

“Algún día se comprenderán mis decisiones.”
-Enrique Peña Nieto

O es el presidente más visionario y valiente de la historia de México (y no le importa si su carrera política sigue o no), o Peña Nieto simplemente está corroborando que ni él ni su equipo supieron nunca cómo manejar su imagen y sus proyectos de gobierno desde que tomó posesión.

Después de una campaña muy bien manejada y enfocada que logró convencer a México de que era hora de un presidente joven y que, deben aceptarlo, convenció al lado femenino (quienes más seguro votan) con un carisma físico y al lado masculino con la idea de que sabía de lo que hablaba, una vez en la silla se notó la falta de planeación para esos mismos menesteres.

Peña Nieto llegó a la silla presidencial con un montón de proyectos de transformación, pero sin sus correspondientes justificaciones comprensibles por los ciudadanos.

Y es hasta ilógico que una presidencia que se ganó gracias a conocimientos de cómo es que la gente percibe “la realidad”, nunca haya asegurado maneras para que su trabajo como presidente fuera aceptado por esa misma ciudadanía.

Porque la realidad es que nunca vimos enfoques y campañas convincentes antes y después de las aplicaciones de, por ejemplo, sus “reformas transformadoras”, y solamente se supo de esporádicas y nada bien diseñadas infografías que además siempre eran publicadas después de que la oposición atacara sus proyectos y levantara incertidumbre entre la ciudadanía, la mayoría de las veces injustificada. Pero funcional.

¿De verdad nunca previnieron todo su equipo los problemas políticos en que se iba a meter con sus osadas reformas, que ahora tiene que decir que “algún día las comprenderán los mexicanos”?

La política a largo plazo

Muchos siempre supieron que varios de los proyectos de gobierno de EPN no rendirían frutos en su propio sexenio. Todos los políticos de México lo sabían, dentro y fuera de su gobierno y su partido. Pero parece que nunca les importó buscar, desde el principio, maneras convincentes y funcionales de hacer sentir a los mexicanos que era por el bien de México.

Porque, para bien y para mal, la mente de la ciudadanía piensa más en el presente que en el futuro. Y más la mexicana.

Y no, simplemente decir que su trabajo, aunque no se note, es por el bien de México, no cuenta. Así no funciona la psicología humana. Y parece que al equipo de Peña Nieto se les olvidó esta regla.

O posiblemente pensaron que lo que les funcionó en campaña ya no lo necesitarían una vez en el gobierno.

Así que, en consecuencia, ahora al final de su mandato, es cuando se están esforzando en generar un mensaje de “es por su bien aunque no parezca”. O aunque los demás digan lo contrario.

Con todas las posibilidades de haber construido toda una concepción buena de lo que sea que hiciera en su gobierno (con la gente y el presupuesto suficientes), Peña Nieto ahora se limita a mostrar “patadas de ahogado” cuando mucho de su trabajo en realidad le conviene a México en el mediano y largo plazo.

“Muchas decisiones estarían sujetas a enorme polémica”, dice Peña hoy. La pregunta es ¿y por qué no buscaron formas de que no fueran (o parecieran) tan polémicas antes de aplicarlas?

Solo las ha tomado pensando en México, dice. ¿Y por qué nunca vimos campañas y enfoques de trabajo que convencieran de que lo son?

Hasta parecía que la fácil polémica a la que se prestaban sus decisiones de gobierno era a propósito, ya que siempre dieron pie a que sus mayores detractores las utilizaran como arma en contra de su gobierno.

¿Es que de plano nadie en su equipo sabía que en la mente de la gente “la percepción ES la realidad”? Sea esta percepción verdadera o falsa.

¿Quiénes lo asesoraban al respecto solo estuvieron con Peña Nieto durante su campaña electoral? ¿A quienes puso (o pusieron) ahí después de convertirse en Presidente?

La crítica seguirá

Ahora hasta Vicente Fox puede decir “Hay que recuperar el tiempo perdido”, y la gente se lo acepta rápidamente como si en realidad todo el mandato de Peña Nieto hubiera sido solo un desperdicio.

¿Cómo dejó Peña Nieto (y su propio partido), todo su equipo y todo su partido que al final de su presidencia todo se pudiera tirar a la basura así de fácil, al menos en cuanto a percepción de la ciudadanía?

¿Sólo existieron y existen funcionarios cortoplacistas en todo su gabinete?

¿Realmente creen que con cambios hasta el final (en su gabinete y el formato y estilo de mensaje de su informe, por ejemplo) la imagen  de su gobierno mejorará?

Al menos Ernesto Cordero, hoy, no es tan enérgico y crítico como lo fue hace algunos años, y acepta por ejemplo que “Videgaray tuvo que lidiar con un entorno difícil”.

Pero todos los demás detractores de EPN no fueron, ni son ni serán tan misericordiosos.

Jesús Zambrano ya hasta anda diciendo que en los últimos meses de gobierno de Peña Nieto, “seguirá la descomposición de las instituciones”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.

Paga tu predial en línea