La imagen lo es todo

La imagen lo es todo

La vida no es justa. Existimos como especie de hecho no solamente porque la vida no es justa, sino porque el universo entero no lo es. Y no están obligados a serlo. Pero nosotros sí estamos obligados a intentar comprenderlos.

Estás leyendo estas líneas por la simple razón de que por azares del destino (técnicamente de la evolución), por todo menos justicia, a los seres humanos nos tocó ser la especie inteligente del planeta Tierra. Por ahora. El punto es que nuestro concepto de justicia nada tiene que ver con la naturaleza. Para bien y para mal. Y lo mismo se aplica a la política y las elecciones presidenciales. Y a la manera en que funciona nuestro cerebro.

Nos gustaría que nuestros posibles líderes fueran capaces, inteligentes, racionales y valientes porque en sociedad sabemos eso es lo que se necesita para que una persona pueda tomar las mejores decisiones que le afectarán a toda la población de un país. Sin embargo, el hecho de que deseemos eso nos hace utilizar instintos primitivos para decidir quién tiene o quién no tiene (aparentemente al menos) las características apropiadas.

La imagen dice mucho

Nos guste o no, instintivamente juzgamos a las personas. Y no hay nada de malo en eso, ya que por una razón práctica es un instinto heredado por cientos de miles de años de evolución. El problema es que en ciertas circunstancias no juzgamos a las personas necesariamente por las razones correctas. Y cómo elegimos nuestra preferencia inconsciente por un candidato político es una de esas circunstancias. Y los políticos lo saben. Pero al mismo tiempo no pueden evitar que la naturaleza los traicione.

¿Por qué creen que tenemos un presidente guapo? ¿Por qué creen que la gente considerada más atractiva tiene más probabilidades de conseguir alguna posición importante? Siempre ha pasado, sigue sucediendo y lo seguirá haciendo por una sola razón: es un instinto. Y los instintos no son fácilmente controlados. Por eso es que, a lo que llaman “imagen”, es una herramienta muy poderosa para una campaña electoral. De nuevo, nos guste o no.

Para bien y para mal, lo que piense o sepa un político tiene que mezclarse con cómo se presenta físicamente. Y desde muchos puntos de vista, es más importante la apariencia del envase que su contenido. En otras palabras, el lenguaje importa. Y mucho más el lenguaje corporal. Las palabras llevan solamente parte del mensaje; a los votantes también los influencia la imagen que se les presenta. Y los políticos lo saben especialmente desde que la televisión existe.

La era de la imagen

Todo comenzó en los 60’s. El vicepresidente Richard Nixon y el senador John F. Kennedy contienden para ser el siguiente presidente de los Estados Unidos. Llevan a cabo el primer debate televisado en vivo a 70 millones de personas en todo el país. Kennedy es joven y guapo. Nixon tiene experiencia, no es viejo pero tampoco guapo y, sobre todo, acababa de salir del hospital, donde lo habían operado de una lesión en la rodilla. Además, el vicepresidente se negó a que le pusieran maquillaje en el estudio. Nixon, en la cámara, se ve mucho menos seguro que Keenedy, este último con su postura erguida y su complexión física en forma. Agréguenle que Nixon, en cierto punto del debate comienza a sudar debido al calor de las luces del estudio.

Como es de esperarse, en las encuestas a las personas que vieron el debate por televisión, la gran mayoría opinó que se llevó una mejor imagen presidencial de Kennedy. Pero la televisión era reciente; en esos tiempos mucha gente aun escuchaba la radio y esas personas que solamente escucharon el debate por la radio, opinaron en su mayoría que había sido Nixon quien se había desenvuelto mejor en el debate.

El resto de la historia ya la conocemos: John F. Kennedy resultó el presidente número 35 de Estados Unidos, y Richard Nixon logró serlo hasta dos administraciones después.

Kennedy y Nixon debaten

La imagen puede engañar

Puede que en el caso de Kennedy vs. Nixon lo que haya influido la imagen no fue necesariamente para mal (aunque muchos opinan lo contrario), pero lamentablemente esos instintos primitivos no son tan efectivos en la era de la comunicación mediática moderna.

Pero el primer paso es ser conscientes. Es por esto que solamente una sociedad educada tiene mayores posibilidades de tomar decisiones acertadas en cuanto a los líderes que eligen para llevar la batuta de sus países.

Mientras una sociedad siga sin ser consciente de cuándo está decidiendo algo con “con las tripas” y cuando “con la cabeza”, los partidos políticos harán todo lo que esté a su alcance para decirle a la gente lo que quiere escuchar y presentarse ante ellos como (según ellos) los quieren ver. Pero no siempre lo que hagan para convencer será coherente con lo que en realidad poseen para llevar a cabo lo que prometen.

Y de todos lados. Tanto derecha como izquierda, como centro, todos los partidos y candidatos de un país en vías de desarrollo dependen de las decisiones instintivas primitivas que la ciudadanía con poca cultura de cómo funciona la toma de decisiones hacen con la información que les presentan tanto en los debates como en la publicidad de campaña.

México en pañales

Es bueno que nuestra democracia cada vez sea más competida. Eso da muestra de que al menos poco a poco la ciudadanía comienza a utilizar su poder de decisión y que el auge de los medios digitales está democratizando el acceso de la información y la opinión para cada vez más personas. Además que cada vez es más difícil para los políticos convencer al electorado. Al menos en parte.

Sin embargo, hasta que la ciudadanía en general no aprenda a discernir sobre toda esa información qué es dudoso y qué es más factible, la democracia seguirá estando en pañales. Y lo que es peor, aun el hecho de que la democracia y la participación ciudadana se desarrollen, no quiere decir que los instintos no tomen el timón de nuevo.

Para ejemplo tenemos a Estados Unidos con un egomaniaco como Donald Trump de presidente. Una persona que a todas luces siempre ha mostrado su personalidad muy poco apta para dirigir a una nación adecuadamente, resultó electo por la simple razón de que apeló a la parte emocional de la ciudadanía “harta”, con las técnicas apropiadas para que no vieran más que lo que querían ver, lo cual su campaña supo mañosamente manejar.

Y en el inter se llevaron todo el paquete.

Donald Trump

Juzga a los candidatos

Este consejo para los políticamente correctos sonará a sacrilegio en contra de los derechos humanos, pero desde el punto de vista psicológico evolutivo debemos juzgar a los políticos por cómo se presentan ante nosotros, antes que por lo que quieran decirnos. Porque por más “mañosos” que sean, esos instintos primitivos siguen aflorando sin que se den cuenta. Y el resultado de esos instintos son comportamientos que nos dicen mucho de la persona y en consecuencia de su capacidad (o ganas reales) de cumplir lo que promete, o de saber de lo que habla.

Así que la siguiente vez que veas y escuches a un candidato, sea quien sea e independientemente de tu inclinación (que es probable que tampoco entiendas de verdad o simplemente defiendas porque te conviene directamente), hazte estas preguntas:

¿Lo que dice está de acuerdo a cómo lo dice?
¿Parece el tipo de persona que cumplirá lo que promete?
¿Se ve como el tipo de persona que está ahí por hacer algo por los demás o más bien por él mismo?
¿Parece el tipo de persona que no cambiará de decisiones fácilmente baja presión?
¿Su seguridad en sí mismo parece auténtica, o más bien simulada?
¿Su seguridad en sí mismo parece ser más ego que otra cosa?
¿Qué tanto liderazgo real proyecta?
¿Parece el tipo de persona que puede ser fácilmente manipulada?
¿Parece el tipo de persona a quien lo seguirá, por convicción, gente preparada para ayudarle en su trabajo como presidente?
¿Se ve que le importan los demás en realidad?
¿Qué me dicen sus ademanes, su postura y su tono de voz?
¿Se esfuerza demasiado para parecer estar preparado?
¿Parece el tipo de persona racional y centrada o más bien caprichoso y reactivo?

 


Nelson Razo es experto en branding y marketing digital, fundador de Códice Periódico y blogger de temas de divulgación científica en El Raptor Blog. Síguelo en Twitter: @raptoredge

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.